Para diversificar un poco los
temas, y mantener al blog actualizado, aunque no haya noticias relacionadas con
Vampyra aún, he decidido hablar, a partir de ahora, sobre varios temas
relacionados a la escritura. Nótese, que no hablaré generalizando nada, creo
que lo que debe entender la gente ajena a la escritura, (y también algunos
escritores), es que no existe una fórmula única para escribir, ni un único
método para terminar una novela, ni una única hora que sirve de máxima
inspiración, ni un único proceso interno por el que pase el escritor. Creo que
cada una de las experiencias se multiplican por cada uno de los escritores
existentes. Algunos puntos puede que converjan, pero en general no se puede
decir que hay un único sentir escritural. También es cierto que, en lo que
respecta a organizarse para escribir una novela, puede ser que haya maneras más
útiles, más o menos evolucionadas, pero insisto...nunca las hay únicas.
Esta entrada, como habrán
adivinado del título, hablará sobre mis motivaciones para escribir. Debo decir
que, pese a que no lo recuerdo bien, siempre me gustó escribir. Sé que las
partes escritas que nos enviaban en la escuela eran las que más disfrutaba, así
como siempre disfruté leer, y era una de las únicas personas en mi clase que
podía leer bastante fluido desde pequeña, cuando nos mandaban a leer en voz
alta. Pero también tengo bien marcado el momento en que comencé a escribir
porque se me daba la gana. Los inicios se remontan al cuarto año de la primaria
(2001), donde con nueve años empecé a pedirle a la maestra que nos enviara a
escribir cuentos (algo que, por cierto, mis compañeros de clase no agradecían
mucho). Esto siguió así hasta que en el 2003, con once años y estando en el
último año de escuela, la directora nos pidió que escribiéramos un cuento para
un concurso: yo escribí dos. En aquel concurso terminé ganando una mención
especial (dado que la directora no nos había dicho el tema que tenía que tener
el cuento y el mío estaba completamente fuera de las bases). Desde ese momento
comencé a escribir cuentos casi todo el tiempo, si bien dos años antes ya había
escrito por mi cuenta (un cuento muy vergonzoso llamado El tractor amarillo,
algo que debería desaparecer de la faz de la Tierra), estos nuevos cuentos eran
considerablemente mejores, y me hicieron enamorar de la escritura.
Sin embargo no fue hasta el año
siguiente, en mi primer año de liceo, cuando finalmente choqué con lo que sería
mi carrera anhelada: escribir novelas. Comencé con un cuento largo, más bien
una nouvel (un cuento demasiado largo para ser cuento y demasiado corto para
ser novela), llamado El precio de la inmortalidad; los que han leído Vampyra
notarán una curiosa continuidad temática; con el cual me divertí muchísimo, y
con el que aprendí a amar escribir mucho, largo y complicado. Sin bien este
cuento largo no tenía demasiada trama: tres hermanos se van de vacaciones con
sus padres a Guazubirá y de pronto son perseguidos por unos hombres que los
ponen en peligro y deben descubrir por qué, la historia culminaba con una gran
lucha en la playa donde los hijos terminaban salvando a su padre y a una
supuesta fórmula para la inmortalidad, que creo, si no recuerdo mal (y puede
que sí), que el padre la destruye para que nadie mate por ella; de todas formas
me enseñó a crear más complejidad y a desear hacerlo con todas mis ganas. Fue
entonces cuando comencé mi novela más representativa...solo que en ese entonces
iba a ser algo de misterio, debo admitir que mis primeros cuentos eran de
misterio, o tenían algún truco psicológico (dos de ellos: Un mundo sin mí, con
el que gané el premio; y el segundo que escribí para el concurso y que no ganó,
cuyo nombre lamentablemente no recuerdo; trataban sobre sueños que
distorsionaban la realidad que vivían las protagonistas)...Nuevamente, los que
leyeron Vampyra, encontrarán una continuidad (lo misterioso y lo psicológico
sigue allí).
Pero ese año había terminado de
leer la trilogía de El Señor de los Anillos y había quedado fascinada con ella,
además de que llevaba leídos todos los libros de Harry Potter que existían al
momento, y por mi piel aún transitaba magia, por eso en su momento el misterio
se convirtió en fantasía, y de allí no volví a salir más.
Si debo decir ahora qué me
motiva, dado que lo que está arriba explica qué me ha motivado históricamente
para llegar a aquí, debo decir que casi cualquier cosa puede servir para que
las ideas surjan. Es cierto que estoy pasando por la recuperación de un bloqueo
enorme (del cual hablaré en otra entrada), pero sé que las grandes ideas me
suelen surgir en momentos menos oportunos (fiestas, durante la clase, cuando
estoy a punto de dormir, caminando, mientras miro la tele, mientras veo una
foto, mientras pienso en otra cosa sin vinculación alguna, etc.). Si bien es
cierto que todo lo artístico motiva mucho trato en lo posible no verme
demasiado influida...es un hecho que no leo mientras estoy escribiendo (lo que
ha disminuido dramáticamente la cantidad de libros que leo por año).
En fin, la entrada quedó
muchísimo más larga de lo que esperaba por lo que la dejaré por aquí...
Espero que anden bien, y ¡¡mucha
suerte en sus proyectos!!
¡¡¡Saludos!!!