domingo, 5 de agosto de 2012

Una fecha, un día y una hora

Antes de plantearme el reamar este blog para acondicionarlo a Vampyra había dicho para mis adentros que no especularía sobre la publicación del libro hasta tener un día, una fecha y una hora. No, el título es engañoso, no se trata de que tenga ahora eso, sino de que siempre tuve un día, una fecha y una hora, no de publicación pero sí de nacimiento de mi obra, cosa que, por lo que a mi concierne, es lo mismo que su publicación, sólo que privada....una privicación por así decirlo. Y hoy es el aniversario de ese día. Repetiré las palabras que dejé en facebook, porque no creo que haya mejor forma de expresarlo, o en su defecto no tengo tiempo tampoco para encontrarlas. Solo agregaré una cosa.

¿La fecha? 5 de agosto del 2011
¿El día? Viernes
¿La hora? 19:15


Entonces finalmente sí, puedo decirlo: ¡Feliz aniversario de culminación mi querida Vampyra! Dentro de unas cuantas horas hace 366 días (recuerden, es bisciesto este año) yo estaba poniéndole punto final a la primera novela que planeo publicar, la segunda que alguna vez terminé y la primera que haya terminado que no desee empezarla de nuevo de inmediato. Hace 366 días culminó la travesía vampírica que me llevó a lugares oscuros de Montevideo, a mi viejo liceo, y a lo más recóndito de la naturaleza humana...Hace 366 días ponía el último punto a uno de los finales más duros que he escrito, pero también, si me lo permiten mis otros pequeños, el más perfecto que haya creado, no porque sea el mejor, sino porque no cabe duda alguna que ESE, y no otro, es el único final posible.

Fue un camino largo y a la vez corto, quizás no he pasado menor tiempo junto a mis personajes, pero tampoco, haciendo una gran excepción, he llegado a conocerlos tanto, o a saber tanto de su leit motiv. Hoy hace 366 días me probé a mi misma que podía hacerlo, que tenía la fuerza para culminar una novela y que esta podía agradarme y podía agradarle a otros. Hace 366 días terminó una travesía dura, que me hizo escribir los párrafos más dolorosos y aberrantes que jamás había escrito, y los más dulces en contraste, que me hizo encontrar otra forma de escribir, otro camino de organización, que me hizo sentarme horas a pensar lo que ya antes había pensado durante horas pero se había destruido tras un nuevo descubrimiento sobre mis personajes. Hace 366 puse un punto final, un punto irrevocable, el punto que finalmente le trajo paz a mis personajes.

Hace 366 días nacía una nueva yo...